Alimentos Montes de oro

El 7 de enero de 1952, un lunes, me vine solo de Río Seco a construir la arrocera, en una carreta que tenia, eche todas mis pertenencias, una tijereta, ropa, una albarda, un carretillo, un sacho, una macana, una pala, un mazo y una barra, en ese tiempo yo era hombre de a caballo y me gustaba correr cintas en las fiestas de los pueblos.

Recuerdo que me instalé y sin saber lo que era una arrocera ni contar con un plano, porque no los conocía, me puse a construir el plantel. Por varios días trabajé solo, comencé a excavar, cuando eso no se conocían por aquí los tractores, por lo que el plantel y la excavación había que hacerlas a pico y pala, ahí se instaló la primera máquina de pilar, la cual pilaba 7 quintales por hora, se manejaba con un motor diesel. Como no había electricidad, cuando trabajaba de noche, me alumbraba con una carbura.

El arroz llegaba en bestias y en carretas, se secaba en patios de cemento que tenían una capacidad de 25 sacos más o menos, había veces que una partida de arroz duraba toda la semana, porque se echaba al sol y al momento había que volverlo a recoger porque ya venía el aguacero, esa misma partida de arroz, algunas veces se echaba al sol hasta cinco días seguidos.

En ese tiempo yo no compraba arroz, sino que le pilaba a los agricultores el arroz que cosechaban para que ellos lo vendieran pilado. También les pilaba el arroz para el gasto de la casa, este arroz me lo traían aparte en medios sacos o sacos llenos. A todos ellos les cobraba tres colones por saco por secarlo y pilarlo y cincuenta centavos si yo lo vendía. El arroz venía en sacos de gangoche, se pesaba en una romana saco por saco y se enfardaba pilado en sacos de 202 libras. Se enfardaba así, porque el saco pesaba 2 libras y los almacenes les devolvían los sacos. Nadie conocía el sistema de arroz empacado.

Por los años 1960-1962 comencé a comprar los primeros sacos de arroz, los que me dieron como resultado más ganancias y menos problemas, porque al comprar el arroz la única relación que tenia con el agricultor era recibirle y pagarle, pero, cuando les daba servicio de pilado, el agricultor llegaba a ver si ya se le pilo el arroz. Ellos cuidaban mucho sus sacos y los marcaban con pintura y cuando alguno se perdía era un problema porque aunque se les diera un saco bueno siempre reclamaban el que tenía su marca.

Fue por eso que comencé a comprarles el arroz a los agricultores que me daban más problemas. Con la venta de los bueyes que me regalo mi papá, me ayude a comprar la primera secadora, la cual se manejaba con un motor diesel, también se instaló un generador para alumbrado, pues todavía no había electricidad. Como fui aumentando las compras de arroz, comencé a necesitar financiamiento bancario, entonces como no tenía silos, debía llevar el arroz en granza en sacos hasta las bodegas del Banco Nacional en Puntarenas para almacenarlo ahí, después se traía para pilarlo y venderlo.

El primer vendedor que tuvo la empresa fui yo, primero transportaba el arroz a Barranca y lo mandaba por ferrocarril a San José, a los dos días iba con una muestra del arroz enviado y la guía, vendía el producto a algún almacén y les dejaba la guía y la muestra, ellos lo mandaban a recoger al ferrocarril en carretones de 40 qq tirados por mulas o caballos, yo pasaba por la liquidación y la maleta de sacos que me devolvían.

Después me compré un camioncillo viejo, todo destartalado, lo arreglé y con él comencé a transportar el arroz y yo era el chofer. Salía de la arrocera en la tarde o de noche para ir a buscar campo para parquearme en los alrededores del Mercado Central de San José, tenia que estar ahí de madrugada, entre 2 y 3 de la mañana, porque de lo contrario no encontraba espacio para descargar.

Como las ventas comenzaron a crecer tuve que buscar un agente vendedor. Los precios de venta para las arroceras los fijaba el Gobierno, pero no definían ningún porcentaje para el flete, y como nosotros vendíamos en